Después de una pausa de dos años por paternidad, decidí que era el momento de volver a competir. Quería regresar al mismo lugar donde lo había dejado antes de este paréntesis tan especial en mi vida, así que elegí el triatlón en Aarau, Argovia. Este regreso no era solo un desafío deportivo, sino también una forma de reconectar conmigo mismo y con mi pasión por el deporte, ahora desde una nueva perspectiva, como padre.

La prueba comenzó con la natación, donde estaba previsto nadar 300 metros. Sin embargo, un incidente inesperado complicó este primer segmento. En medio del caos de las primeras brazadas, otro nadador me quitó accidentalmente el chip, lo que me obligó a detenerme, retroceder para recogerlo y luego continuar. Aunque perdí algunos segundos valiosos, logré mantener la calma y salir del agua en un tiempo de 5:42. Sabía que esos segundos podrían influir en mi resultado final, pero también que aún tenía todo por delante para dar lo mejor de mí.

La primera transición fue rápida y eficiente, con un tiempo de 2:04. A pesar de que todavía estaba recuperándome del esfuerzo extra en la natación, me concentré en prepararme para el segmento de ciclismo, donde confiaba en recuperar posiciones. Y así fue. Los 20 kilómetros del tramo en bicicleta, con un desnivel acumulado de 130 metros, fueron, sin duda, mi punto fuerte del día. Aunque al principio tuve un pequeño problema con la cala al montarme, lo solucioné rápidamente y logré entrar en ritmo. Mis piernas respondieron de maravilla, y marqué el mejor tiempo de ciclismo en mi grupo de edad, con un impresionante 33:04. Este desempeño no solo me permitió avanzar posiciones, sino que también me colocó en el top 10 absoluto en este segmento de ciclismo. Este resultado me dio una gran confianza para afrontar el tramo final de la competición.

La segunda transición fue rápida, con un tiempo de 1:31. Con la adrenalina a tope, me lancé al segmento final: la carrera a pie. Este era el mayor desafío para mí, ya que llevaba tres semanas sin entrenar debido a una lesión. No estaba al 100%, pero sabía que tenía que darlo todo. Los 5.7 kilómetros se sintieron largos, pero logré mantener un ritmo constante y completé la carrera en un tiempo de 26:17. Cada zancada fue un esfuerzo, pero también una pequeña victoria personal. Llegué a la meta sabiendo que había dejado todo en el recorrido.

Al final, el esfuerzo valió la pena. Terminé en tercera posición en la categoría M40-45, quedándome a tan solo 20 segundos del segundo puesto. Pero lo que más me sorprendió fue mi posición en la clasificación general: terminé 27º de 360 participantes. Este dato, junto con el mejor tiempo en bicicleta de mi grupo de edad y el top 10 en el segmento de ciclismo absoluto, me llena de orgullo. A pesar de los contratiempos y las semanas de inactividad, fui capaz de mantenerme entre los mejores.

Ese pequeño margen de 20 segundos me dejó un sabor agridulce, ya que el incidente en la piscina probablemente me costó ese escalón más alto en el podio. Pero, más allá del resultado, este triatlón fue mucho más que una competición. Representó mi regreso tras dos años de pausa por paternidad, un tiempo que me transformó profundamente. Volver al mismo triatlón donde lo dejé fue una experiencia emotiva y llena de significado.

Aunque el tercer puesto y el 27º lugar en la general me llenan de orgullo, también me dejan con ganas de más. Ahora, con el equilibrio entre la vida familiar y el deporte, estoy listo para seguir superándome. La próxima vez, estoy seguro de que el segundo puesto no se escapará. Este regreso no solo marcó un nuevo comienzo, sino también la confirmación de que, con esfuerzo y perseverancia, siempre hay espacio para mejorar y crecer. ¡La historia continúa!

Texto: Carlos Muñoz Hernando
Publicación: Andrés Tendero Gómez
Fotos: Archivo
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