Triatlón de Aranjuez – Crónica de Cristina Casas

Os traemos ahora la historia de Cristina, nuestra representante femenina en el Triatlón de Aranjuez, que nos hace una crónica con todo lujo de detalles de lo que ha supuesto para ella participar en el Triatlón Olímpico de Aranjuez. Además, hoy celebra su cumpleaños con la moral en todo lo alto, Cristina terminó 12ª en la general femenina del Triatlón de Aranjuez.

¡Llegó el día!, me levanté con muchas ganas de empezarlo, había estado esforzándome varias semanas para ese momento, había hecho todo lo posible (incluso saltarme una feria de abril…) por lo que tenía que disfrutarlo.

Me encantó el momento aparcamiento donde ya veías a las participantes con sus bicicletones aproximándose a la piragüera, aún de noche. Una vez allí empecé a ver a mi gente, me encanta, somos una piña. Mis chicas, además, ahí madrugando para poder estar conmigo ese ratito y hacerme la odiosa trenza que no se hacerme… y sin la que no soy nadie en una prueba.

 

Frío y risas hasta que nos llevaron a la alfombra, además estuve hablando con las chicas de mi grupo, ninguna parecía estar preparadísima. Conversaciones muy agradables con chicas de otras nacionalidades.

Gritaron… ¡1 minuto para empezar! Y ahí nos tiramos todas sin tiempo de pensar, me posicioné muy bien, a la derechita. Sonó el silbato y empezamos a nadar… ¡me bloqueé!

Hacía ya tiempo que no me pasaba eso, sensación de no poder respirar, había estado nadando en el rio los últimos fines de semana (con frío de pelotillas) para que ese día pareciera rutina, pero no, el agua estaba revuelta, marrón, olía mucho a cieno, 300 personas lo habían removido antes que yo, por lo que intente nadar hasta en modalidades que no existen con tal de relajarme, me paré, anduve… pensé en abandonar la prueba.

Tras unos minutos, conseguí estabilizarme y empecé a nadar ya de una manera normal, ¡cuando di la vuelta a la boya me sentí sirenita!. Ya estaba hecho, ahora solo dejarse llevar. Cuando llegué al box vi a un par de compañeros, me tranquilice pensando que alguien más quedaba.

Hice una buena transición, me sequé rapidito y cogí a mi chiquitina, me sentía bien, el agua no estaba tan fría como otras veces y los músculos iban bien. Ya con la bici iba cruzándome compañeros. Todos los ánimos me iban llenando de power, sus ánimos, palmas, energía… iba ya sintiéndome más fuerte. Me costó más ir a la presa que volver de allí. El viento haría su parte. Como siempre la subida a la presa preciosa (me encanta) y bajar por los pinos aún más. Siempre encontrando compañeros por todo el recorrido, sonriéndome, la vuelta fue rápida, iba mucho más deprisa de lo que he ido nunca (yo sola).

Llegando a la piragüera estaban allí mi abuelo y mi padre, que andan a 2 y todavía no habían llegado al sector de carrera, ¡me encantó verlos!

Cuando me bajé de la bici no se si tenía piernas o patas de jamón… los deditos dormidos… pero me puse las zapas y ¡a correr! Ya me quedaba poquito. A medida que me iba aproximando a la zona de carrera ya iba entrando en calor…y allí ya fue el ¡BOOM!

¡Estaban todos mis compañeros de club! Animándome, dándome barra libre de lo que necesitase para ese ultimo empujón, familia, amigos… fui corriendo a buen ritmo, tenía que llegar enterita y llevaba buenas sensaciones. Por fin, ¡última vuelta y ultimo empujón!

Llegué a meta contentísima de no haberme venido abajo y de poder compartir esa alegría con todos ellos. Me pareció muy duro pero muy gratificante. Preciosa experiencia la de jugar en casa, rodeada de mi gente.

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