Regresamos un par de semanas atrás para leer la bonita historia de Leticia en el 10k de Madrid.
Fue una gran experiencia para mí, disfruté muchísimo la carrera, aunque tenía algo de miedo, respeto o preocupación mas bien, ya que llevo dos lastres anclados. El asma, del cual ya he tenido algún susto, y un esguince crónico del tobillo derecho, por el cual estuve casi un año sin poder andar, con rehabilitación y una ortesis fija en el pie, la cual no me podía quitar si quería caminar.
Empecé despacito con amigos míos de Quintanar que también se animaron a la 10K. Cuando dieron el toque de salida había tanta gente qué apenas se podía correr, me vino bien para ir calentando.
Según iba avanzando me iba emocionando más y más, viendo la Castellana llena (con lo que me gusta Madrid y con los bonitos recuerdos qué me trae de haber trabajado allí tantos años), tan grande ella y con gente por todos los sitios fomentando el deporte, el «running». Llena de vitalidad, animando, bailando.
No fue una carrera para mí, fue un festival con música, alegría, diversión, conciertos de Rock (mi música preferida)… no podía pedir más. Me sentía físicamente bien, los pulmones y el tobillo estaban respondiendo adecuadamente y disfruté la carrera como nunca antes lo había hecho.
Cuando llegué a meta estaba mi prima (que es una de mis mejores amigas y se está iniciando en el running) esperándome, fuimos a desayunar y buscamos una cafetería con terracita al sol por donde pasaban los de la media maratón, porque ahora les tocaba a ellos correr.
Estuvimos mirando por si veíamos a Javi (más conocido en el club como Monty😅) para poder gritarle y animarle, pero había tanta gente qué fue imposible, por lo qué le esperamos en meta y allí le vimos venir. En definitiva, fue una carrera muy bonita, llena de energía, ya qué me encontraba bien de salud, era Madrid, había Rock, buen tiempo y rodeada de buena gente. ¿Qué más podía pedir?
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